¡Imagina pasear por un paraje mediterráneo del sur de España y toparte con un hormiguero repleto de diminutos restos de caracolas! O una hormiga cargando en sus mandíbulas a un caracolillo. Y, ¿cuál puede ser la explicación? Cuando hacemos rutas de campo, tratamos de buscarle explicaciones a todo lo que observamos, y de transmitírselo a nuestros alumnos y alumnas. Y, en esta ocasión, buscamos una respuesta para esa pregunta, que hemos tenido la suerte de publicar en un reciente artículo científico : “Explorando las interacciones hormiga-caracol: perspectivas del sur peninsular”, consultable en Robla et al. (2025). ¡Sumerjámonos de lleno en este curioso mundo donde hormigas y moluscos se entrelazan en relaciones que van mucho más allá de la simple cohabitación!
Combinando observaciones en el campo, la ayuda de otra gente que también colaboró con fotos, así como con un estudio de recolectar el material de las “limpiezas” de unos cuantos hormigueros (esas pilas de desechos que las obreras expulsan fuera), y fuimos más allá. Y es que, de entrada, encontramos… ¡más de mil conchas y 20 especies distintas! Encontramos de todos los tamaños, conchas intactas o fracturadas, e incluso caracoles vivos. ¡Es decir, de todo! Y es que los caracoles aparecen en hormigueros de especies granívoras como las del género Messor, pero también en otras más depredadoras como las Cataglyphis. Y, ¿qué explicaciones tienen estas interacciones?

Pues… ¡estas son las hipótesis!
- Depredación directa. Observamos como las hormigas rompían conchas para devorar el cuerpo blando de los caracoles. De hecho, encontramos 32 conchas con perforaciones que coinciden con marcas de mandíbulas de Messor y observaciones de obreras transportando individuos vivos sin protección. ¡Es que es un recurso alimenticio excelente!
- Acaparamiento o “hoarding”. También transportan conchas vacías. Hay quién hipotetiza que son confundidas con semillas o quizás, proponemos, que las usen para extraer los restos nutricios adheridos a su interior (de animales muertos). El esfuerzo que implica cargar estos “tesoros” sugiere un posible beneficio alimenticio, ¡o tal vez otro propósito aún por descubrir! Ahora bien, quizás lo utilizan en obras de ingeniería: las hormigas podrían emplear las conchas para regular la temperatura de la entrada del nido, protegerlo de la erosión de viento y agua, rellenar huecos en el subterráneo o utilizarlas como marcas visuales.
- Mirmecofilia. ¡Lo más interesante! ¡Algunas caracolas no sólo escapan de la depredación, sino que podrían vivir dentro del nido sin ser atacadas! Es el caso de especies de caracoles como Cecilioides acicula, Ferrussacia folliculum y Granopupa granum, que fueron encontradas vivas en las cercanías y dentro de algunos nidos, alimentándose de detritos y recibiendo un pasaje seguro durante traslados de colonia, donde las hormigas no los atacaban.

¡Y todo esto de unas observaciones puntuales en el campo! Juntar información que tenemos muchos, de nuestras rutas, nos puede llevar a hacer trabajos y tratar de esclarecer la ecología de estos animales. ¡Por eso nos encanta el campo! Hablemos de interacciones muy ricas y diversas. ¡Y todo completamente aún por descubrir! Nos queda mucho por saber. ¡Y, es que, además, examinar los desperdicios de hormigueros podría convertirse en una novedosa herramienta para detectar especies raras o invasoras de moluscos en un ecosistema que normalmente no encontramos con nuestra pobre vista! Esperemos que a partir de ahora, tengas otro ojo en el campo, porque nunca se sabe cuando nos podemos sorprender… ¿no crees?
El fascinante mundo de las simbiosis ocultas nos invita a mirar más de cerca cada pequeña muestra de la naturaleza. ¡Explorar estas dinámicas puede llevarnos, sin duda, ¡hasta el infinito y más allá!
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