Los pingüinos y el cambio climático
Los pingüinos y el cambio climático

Los pingüinos y el cambio climático

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Seguro que has escuchado sobre este clásico problema: el cambio climático está calentando la Antártida a un ritmo superior al de la mayoría de las regiones polares. A medida que el hielo marino retrocede, los patrones meteorológicos se alteran y especies como el pingüino Adelia (Pygoscelis adeliae) enfrentan amenazas cada vez más severas. Pero, ¿y si te contamos que estos pingüinos pueden ser clave en este calentamiento? ¡Hoy te hablamos de este artículo!

© Jason Auch con lincencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic

El guano de pingüino contiene compuestos que, al degradarse, liberan amoníaco en la atmósfera. Una vez en el aire, el amoníaco reacciona con ácidos presentes (por ejemplo, sulfúrico o nítrico) para formar sales de amonio, que son altamente eficaces como núcleos de condensación de nubes. Podríamos decir que esto son como “semillitas”. El vapor de agua se agrega en torno a estas “semillas”, que dan lugar a nubes de cristales de hielo, o a gotas de lluvia. Todo eso, contribuyendo a un apantallamiento de la temperatura y a un enfriamiento de la zona de los polos. ¿No es poético pensar que los pingüinos son activos “creadores” de nubes?

Un refugio para el hielo: el efecto de las nubes antárticas

Las nubes sobre el océano antártico actúan como un escudo reflectante que devuelve parte de la radiación solar al espacio, multiplicando el efecto de reflexión que ya de por sí hace el frío hielo. Todo esto lleva a una reducción de la temperatura en las épocas más veraniegas, y, por ende, un menor derretimiento del hielo. De hecho, con los modelos del equipo científico, se comprobó que las colonias de pingüinos más densas podrían producir enfriamientos locales durante los períodos más críticos, incluso ahora con un calentamiento tan acelerado.

El pingüino Adelia es uno de los más abundantes en el litoral antártico, con colonias extensísimas. A medida que las temperaturas suben, sus hábitats de anidación se ven amenazados por el retroceso del hielo marino y la alteración de las corrientes que llevan alimento a las zonas costeras. Si su población descendiese, también lo haría esta capacidad de amortiguación que ellos mismos crean de forma indirecta con sus guanos, por lo que a todo lujo de detalles, se aceleraría el deshielo. ¿Quién nos iba a decir de esta relación tan interesante entre un pingüino, unas nubes y el deshielo?

© Mitchell Library, State Library of New South Wales

Implicaciones y futuros pasos

Aunque el trabajo se basa en modelos atmosféricos y observaciones locales, los científicos han destacado la necesidad de validar el impacto real mediante mediciones in situ de concentración de aerosoles y cobertura de nubes sobre las colonias. Estos pasos permitirán cuantificar con mayor precisión cuánto ayudan los pingüinos a mantener un “techo nuboso” sobre sus nidos y hasta qué punto esa interacción resulta relevante para el balance energético del sector antártico en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, donde sus efectos se están notando hasta en la Antártida.

La Antártida, a menudo percibida como un páramo remoto, demuestra una vez más que sus habitantes —incluso los más pequeños— pueden jugar un papel esencial en el sistema climático global. Al comprender mejor cómo los pingüinos modifican su entorno atmosférico, podremos valorar con más detalle los beneficios de conservar cada colonia y diseñar políticas que salvaguarden tanto a la fauna como al hielo antártico que sustenta la regulación climática planetaria. ¡De toda la vida, un dos por uno en toda regla!

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