Escribe Ilde Mendoza, profesor del curso de fotografía de naturaleza.
Desde que tengo uso de razón, el Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) ha sido para mí un símbolo de libertad, misterio y grandeza. Esta majestuosa ave, que antaño surcaba en abundancia los cielos de nuestras sierras, fue objeto de estudio y admiración por parte de Félix Rodríguez de la Fuente, quien dedicó esfuerzos significativos a su conservación y divulgación. Se podría decir que Félix Rodríguez de la Fuente fue uno de mis “influencer”. Recuerdo que de pequeño me encantaba sentarme en el sofá, delante de la televisión, esperando oír la mítica musiquita de la cabecera del programa, con la emoción y el sueño de algún día ser un aventurero y recorrer montañas descubriendo nuevas especies.
En su serie ‘El Hombre y la Tierra‘, Félix destacó la importancia de proteger a especies en peligro de extinción, como el quebrantahuesos, y mostró su comportamiento y hábitat en episodios memorables que aún perduran en mi recuerdo. Recuerdo con nostalgia, cuando nos regalaron una mini enciclopedia de gran parte de la fauna ibérica, unos pequeños libros hechos con papel reciclado, con un olor característico, llenos de ilustraciones como si las hubieran hecho a mano una a una. Y recuerdo, como si fuera ayer, como el libro que hablaba de este rey buitre, tenía algo que llamaba poderosamente mi atención. No sé si por sus colores, sus bigoteras colgando por la cara, la forma de alimentarse que tiene… ¡no sabría decir exactamente qué fue lo que me llevó casi a la obsesión por ese bello animal!
Han sido muchas las veces que por viajes o excursiones he visitado zonas de montaña, fantaseando con ver la silueta del quebrantahuesos sobrevolando, pero con el paso de los años te vas dando cuenta que no es tan fácil, a menos que la suerte te acompañe ese día. El sueño de aquel niño delante del televisor se esfumaba con el paso de los años. Llegué a pensar que la única forma de ver al quebrantahuesos era en cautiverio en algún zoo o en algún centro de cría. Tiempo después de que la fotografía entrara en mi vida, decidí buscar herramientas que me ayudaran a entender mejor el comportamiento de la fauna, de la naturaleza, de sus hábitats. No quería dejar morir el sueño de aquel niño. Siguieron intentos de búsqueda, pero ya con más sentido, aunque aún sin éxito. ¿Dónde estaba mi suerte?
Hace un par de meses, tuve la oportunidad de pasar varios días en la Sierra de Cazorla, un enclave donde, gracias a programas de reintroducción y conservación, el quebrantahuesos ha vuelto a encontrar su hogar. No ha sido mi primera visita a esta zona, ni seguro será la última. Fueron jornadas de largas caminatas, cargando un equipo adecuado para dicha tarea, esperas silenciosas, momentos de duda, con una mezcla de emoción y nervios, pero sobre todo, de esperanza. Estaba en la piel de aquel aventurero que soñaba ser de pequeño, algo dentro de mí sabía que esta vez sí. Desde que salí de casa iniciando el viaje, tenía la sensación de que algo iba a pasar. Y aunque a veces la sensación de esperanza se fue diluyendo, el tiempo se esfumaba y el viaje iba a tocar a su fin, de repente, todo cobró sentido.
En uno de esos instantes mágicos que regala la naturaleza, apareció, o debería decir, aparecieron. Pude observar – y fotografiar – no a uno, sino a dos ejemplares de quebrantahuesos a escasos metros de mí. No puedo describir con palabras lo que sentí. Fue una mezcla de júbilo, emoción y profunda gratitud. Ver al quebrantahuesos tan cerca, libre en su hábitat natural… ¡fue mucho más que una simple fotografía! Fue un reencuentro con ese niño que un día soñó con este momento y que creció viendo aquellos documentales. Un encuentro soñado.
El legado que nos dejó Félix Rodríguez de la Fuente sigue vivo, recordándonos la importancia de la conservación y el respeto por la vida silvestre. Y es precisamente eso lo que intento transmitir en cada fotografía: que cada imagen es una historia, una emoción y, sobre todo, un acto de respeto y compromiso con el medio natural. La fotografía puede ser el primer paso para ver el mundo con otros ojos, para detenernos observar y valorar lo que tenemos cerca. Y si con esta historia consigo que al menos una persona sienta esa chispa de conexión con la naturaleza, habrá merecido la pena. Porque la fotografía de naturaleza me hizo cumplir ese sueño que tenía mi yo más infantil, de ser el explorador que se encontrase cara a cara con, quizás, el más majestuoso de nuestros buitres.
Hasta pronto y ¡NOS VEMOS EN LA NATURALEZA!
Ilde Mendoza
Padre, Fotógrafo y Viajero
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